Si los juicios fueran como en las películas americanas, me
imagino a mi misma levantándome y gritando: ¡”Protesto,
señoría”! Y es que protesto. Protesto muy enérgicamente. Protesto contra un sistema
que facilita las estafas, los impagos, las falsas insolvencias, las deudas, el
enriquecimiento de los corruptos y de los deudores a costa de los trabajadores
honrados. Soy consciente de que no estoy contando nada nuevo. Por desgracia, al
escribir estas palabras, a cualquiera
que las lea le vendrán inmediatamente a la cabeza una larga lista de políticos,
bancos, empresas y personas por los que se han sentido estafados,
porque en este país, señores, todo el mundo debe dinero a todo el
mundo. Somos muchos los que alguna
vez nos hemos sentido explotados o injustamente tratados, los que hemos sentido que hacer las cosas mal, la mayor
parte de las veces, no tiene ninguna consecuencia, excepto para los que intentamos
hacerlas bien. Vivimos en un sistema corrupto, porque ser
corrupto es muy fácil y tiene unas consecuencias muy difusas… cuando las tiene.
Sabemos que los políticos nos estafan, los bancos nos
estafan, las empresas nos estafan… sabemos que hay un problema de base que
habría que cambiar radicalmente para que los que hacen las cosas mal no
vivieran mejor que los que las hacen bien. Porque es injusto. Y por eso
protesto. Protesto contra la justicia… o, mejor dicho… protesto contra la
injusticia… y hoy concretamente, en medio de toda esta injusticia general que
nos envuelve, quiero protestar contra una injusticia en particular, que no es
más que un pequeño ejemplo, lo sé, pero muchos pequeños ejemplos son los que
crean una dinámica general, y muchas pequeñas injusticias son las que
convierten un sistema en injusto.
Ayer miércoles se estrenó en un teatro de la Gran vía el
musical de Nino Bravo, de la mano de Élite producciones. Bueno, en
realidad puede que esta información no sea del todo exacta, ya que estamos
hablando de la empresa de los mil nombres. Puede que, si ustedes buscan esta
empresa en internet, ya ni siquiera exista. Pero la realidad es que, se llame
como se llame, son las mismas personas las que están detrás de ese nombre. O
quizás debería decir la misma persona: Eliseo Peris. Y lo digo así,
claramente, con nombre y apellido, porque tengo una sentencia judicial, al
igual que otras muchas personas, que constata el hecho de que este señor me
debe dinero. Concretamente, 7000 euros. 7000 euros que probablemente, a pesar
de esa sentencia, nunca voy a cobrar. Y aquí es donde está la injusticia.
Hace tres años formé parte de un musical producido por este
señor en el teatro Nuevo Apolo de Madrid: “Pretty
woman, my love”. Para empezar, el sueldo que nos ofreció, estaba muy por
debajo del mínimo que marca nuestro convenio. Pasaba el tiempo y nos decía que
se había gastado mucho dinero en publicidad, que estaba perdiendo dinero, que
nos prometía que nos iba a pagar, que por favor confiáramos en él… obviamente
no deberíamos haberlo hecho. Yo ya había trabajado con él alguna vez
anteriormente y me había pagado puntualmente tanto a mí como a mis compañeros,
por lo que, a pesar de los rumores, decidí confiar en su promesa. Pero
esa promesa cayó en el olvido, jamás recibimos ni un euro por ese espectáculo.
En mi caso, no
contento con eso, un par de meses después, me llamó para participar en otro
espectáculo suyo: “Beatles la leyenda”.
Esta vez en el teatro Coliseum. Me dijo que eran solo cinco días, que la venta
de entradas iba muy bien y que como era un teatro muy grande y una apuesta
segura, su intención era utilizar la taquilla de este espectáculo para pagarnos
a todos lo de éste y lo del anterior. Efectivamente, el teatro estuvo lleno los
cinco días. Sin embargo, no sólo no utilizó el dinero de la taquilla para
saldar su deuda conmigo y con mis compañeros, sino que tampoco me pagó por este
segundo espectáculo.
A partir de aquí comenzó
una interminable y agotadora lucha que dura hasta el día de hoy. Le llamaba,
le escribía mensajes, le enviaba emails… y nunca contestaba. Lo mismo le ocurrió a mis compañeros. Aun
así, antes de decidirme a denunciarle, le envié un email ofreciéndole la
posibilidad de hacer un reconocimiento de deuda y pagarme a plazos, pero
tampoco tuve respuesta. Ante la evidencia de que este hombre no tenía ni la más
mínima intención de pagarme, le denuncié, junto con algunos de mis compañeros,
a través de la Unión de actores. Desde que pusimos la denuncia hasta que salió
el juicio, pasaron casi dos años. No se presentó a la concilación y tampoco al
juicio. En el juicio nos enfrentamos a una representante de FOGASA que alegaba,
en su nombre, una sarta de barbaridades, hasta el punto de que intentó convencer
al juez de que nosotros no habíamos formado parte de esa producción.
Afortunadamente, nuestro abogado pudo demostrar lo contrario, ganamos el juicio
y se nos reconocieron las cantidades que se nos debían. Pero, por supuesto, el
señor Eliseo Peris, se declaró insolvente. Todos sabíamos que no lo era, ya que
seguía trabajando y llevando todos sus espectáculos de gira por España, pero
parece ser que en este país, lo evidente no es suficiente.
Desde Junio del 2014, fecha en la que ganamos el juicio,
hasta el día de hoy, todavía no se ha ejecutado la sentencia. Eliseo Peris ha seguido trabajando, y sabemos
que ahora paga a sus artistas al día, en un sobre de esos que están tan de moda
en nuestro país.
Hace un par de semanas recibimos la noticia de que nuestro
productor insolvente iba a estrenar uno de sus espectáculos en el teatro de la
Gran Vía. Nino Bravo, el musical. Nuestro abogado puso en marcha un
procedimiento para embargarle la taquilla, pero, para la “justicia”, no es
suficiente que una empresa tenga el mismo dueño, la misma página web, los
mismos espectáculos e incluso los mismos carteles que tenía hace tres años. Si
alguien cierra una empresa y abre otra con otro nombre, puede seguir estafando
toda la vida. Pues protesto. Y protesto por muchos motivos:
Primero, porque es muy fácil robar y estafar y muy difícil
demostrar que te han robado o estafado. Segundo, porque incluso demostrándolo,
no se hace justicia. Tercero, porque me parece irónico, triste y tremendamente
injusto resignarme a que FOGASA me pague una tercera parte de lo que se me
debe, que es lo que me va a pagar, cuando la persona que me lo debe tiene
dinero y es evidente, pero no demostrable. Cuarto, porque el dinero de FOGASA
sale de los bolsillos de todos nosotros, por lo que, por ridículo que suene, en
parte, a todas aquellas personas que asistan a ver sus espectáculos deberían
hacerles un descuento, ya que una parte del precio de la entrada, ya la están
pagando: Es con su dinero con el que nos van a pagar a nosotros, no con el del
señor Eliseo Peris. Es más, en parte, yo me estoy pagando a mi misma. ¿Cómo
puede ser esto posible?
Pues es posible, señores, porque el sistema no funciona. Es
posible porque permitimos que no funcione. Por eso protesto y seguiré
protestando. Por eso el miércoles, día del estreno, nos fuimos a la puerta del
teatro a informar a la gente de lo que estaba ocurriendo y seguiremos yendo
todos los miércoles que este individuo siga teniendo su obra en cartel. Esto,
desgraciadamente, no va a solucionar el
problema. Pero si algo no se nos puede negar es el derecho a protestar. Y para
mi, más que un derecho, se ha convertido ya en un deber moral.
Prtotesto porque España está llena de “Eliseos Peris”. Y
eso, señores, debería indicarnos que algo no va bien. Y cuando las cosas no van
bien, hay que analizar por qué no van bien y cambiarlas. Y aquí, algunos, lejos
de intentar cambiarlas, parecen esforzarse mucho para que sigan como
están.
Y, por último, protesto porque en mi profesión en concreto,
los “Eliseos” son el pan de cada día. Protesto porque muchos se aprovechan de
que esta es una profesión vocacional, y de que los que nos dedicamos a este
oficio, lo respetamos profundamente. Y por amor y por respeto, muchas veces nos
cuesta decir: “Hasta aquí hemos llegado”. Porque saben que nos gusta lo que hacemos,
saben que nos vamos a seguir subiendo al escenario aunque no nos paguen porque el público no tiene la
culpa ni tiene por qué pagar las consecuencias de los errores de otros. Pues
quizás deberíamos dejar de hacerlo. Quizás, la gente debería saber que este es
un trabajo como otro cualquiera, y que como en cualquier otro, si no se cobra,
no se trabaja. Quizás deberíamos ser conscientes y hacer conscientes a los
demás de que el hecho de que trabajemos en algo que nos gusta no debería
implicar que permitamos tener que hacerlo gratis. Así que protesto. Y por mi y
por todos mis compañeros, señor Eliseo Peris, hasta aquí hemos llegado.
Jazmin Abuin Janeiro
Te amo .... y sabes que soy tu hermano y fan incondicional ..... increíble ! Me ha encantado
ResponderEliminarNo sabes cómo te entiendo... te vi hoy hace justamente un año en una obra en Madrid y me encantó... sigue luchando, aunque no sirva de consuelo yo llevo 12 años de juicio contra varios sinvergüenzas y creo que por fin va a salir sentencia... Ánimo y PROTESTA!
ResponderEliminarYo protesto enérgicamente por el uso de esa tipografía, que hace que sea imposible de leer.
ResponderEliminarSeñor "anónimo", siempre he creído que las quejas y las sugerencias se pueden decir de muchas maneras. El sarcasmo, déjelo para quien lo merece. Estamos hablando de una persona que debe mucho dinero a mucha gente, y usted se pone sarcástico porque no le gusta mi letra. Pues he intentado cambiarla varias veces y no he sido capaz de hacerlo, así que siento las molestias... Por cierto, resulta curioso esto de que no ponga ni su nombre
ResponderEliminarSeñor "anónimo", siempre he creído que las quejas y las sugerencias se pueden decir de muchas maneras. El sarcasmo, déjelo para quien lo merece. Estamos hablando de una persona que debe mucho dinero a mucha gente, y usted se pone sarcástico porque no le gusta mi letra. Pues he intentado cambiarla varias veces y no he sido capaz de hacerlo, así que siento las molestias... Por cierto, resulta curioso esto de que no ponga ni su nombre
ResponderEliminar