Los hechos son sagrados, las opiniones, libres

Los hechos son sagrados, las opiniones, libres

viernes, 9 de enero de 2015

Charlie y la fábrica de hechos y de opiniones

Hay algunas frases que nos marcan; frases que por algún motivo resuenan en nuestro interior con un significado especial; frases que, sin ser nuestras, repetimos una y otra vez sin saber, incluso, en muchas ocasiones, quien las dijo por primera vez. Recuerdo mi primer día en la facultad de periodismo… cuando todavía tenía el firme propósito de escribir mis apuntes con diferentes colores. Ese día, con mi bolígrafo verde, el de las frases importantes, escribí las palabras con las que mi profesor de redacción periodística empezaba la clase: “Los hechos son sagrados, las opiniones libres”. Me pareció una frase tan maravillosa como obvia.

 Dicen que cuando vamos creciendo y aprendiendo nos replanteamos cuestiones que ya creíamos tener claras. Dudamos acerca de cosas que dábamos por ciertas, empezamos a creer en cosas que negábamos categóricamente, hacemos cosas que decíamos que nunca haríamos y a veces, incluso, con suerte, aprendemos a escuchar y respetar opiniones que nos cuesta entender… En definitiva…maduramos e intentamos desaprender lo aprendido. “Los hechos son sagrados, las opiniones libres”. Esta frase que me parecía tan obvia, a día de hoy, me parece cualquier cosa menos una obviedad.

 Empecemos por analizar los dos grandes sujetos de esta oración: “hechos” y “opiniones”: Creo que en muchas ocasiones no estamos capacitados para distinguir cuándo se trata de lo primero y cuándo se trata de lo segundo; bien porque nuestra subjetividad o nuestro ego nos lo impiden, bien porque en un mundo en el que los medios de comunicación están controlados por personas que salvaguardan su poder impidiendo que la información real nos llegue, en un mundo en el que se manipulan las noticias, en un mundo en el que la censura, a veces explícita y otras muchas encubierta, está a la orden del día, en un mundo en el que vivimos totalmente ajenos a la muchas de las cosas que ocurren y solo tenemos acceso a lo que unos pocos quieren que sepamos, nos faltan hechos … y como todos sabemos, cuando se parte de una hipótesis incorrecta o incompleta, el resultado, por muy bien desarrollado y argumentado que esté, siempre va a ser incorrecto o incompleto. Nos venden opiniones a precio de hechos, así que, ¿Cómo saber cuando se trata de hechos objetivos y cuando se trata informaciones manipuladas por aquellos que nos quieren controlar?

 En segundo lugar me gustaría analizar las palabras “sagrado” y “libre”:

 RAE: Sagrado: 1. Digno de veneración por su carácter divino o por estar relacionado con la divinidad. 2. Que es objeto de culto por su relación con fuerzas sobrenaturales de carácter apartado o desconocido. 3. Perteneciente o relativo al culto divino. 4. Digno de veneración y respeto.

 RAE: Libertad 1. Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. 2. Estado o condición de quien no es esclavo. 3. Estado de quien no está preso. 4. Falta de sujeción y subordinación. 5. Facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres.

 Sagrado, libre… libre, sagrado… sagrado, libre… ¿Por qué, de repente, hay algo que ya no me cuadra?

 Volvamos a mi primer año de periodismo y a mis bolígrafos de colores: Recuerdo un conjunto de frases importantes… un montón de frases verdes… un escrito que se redactó para intentar establecer unas bases comunes en torno a las cuales se pudiera establecer un modelo de sociedad en la que todo ser humano tuviese unos derechos irrefutables: La declaración universal de los derechos humanos.

Libre… sagrado… sagrado… libre… Creo recordar algunos artículos de este escrito que giraban en torno a la libertad… y alguno que podría tener algo que ver con lo sagrado…

 •Artículo 19: Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión

. •Artículo 18: Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.

 Hace un par de días llegó a nuestros oídos una terrible noticia: unos extremistas encapuchados irrumpieron en la redacción del semanario satírico parisino Charlie Hebdo, asesinaron a quemarropa a un grupo de personas y dejaron un gran número heridos, algunos de ellos de gravedad. Como todos sabemos, este semanario había publicado unas viñetas que algunos interpretaron como una ofensa imperdonable hacia su religión. ¿Cuales son los hechos? Para la mayoría de nosotros, independientemente de su nacionalidad, cultura, creencias políticas o religiosas, los hechos son los siguientes: Esto ha sido un acto terrible e inhumano que no es justificable bajo ningún concepto. Ha sido un atentado, no solo contra la libertad de expresión, sino contra la vida, lo cual es lo más “sagrado” que posee un ser humano. En mi “opinión”, los “hechos” se pueden resumir en una frase. Todo lo demás, son opiniones, y permitidme que, como tales, me reserve mi “derecho” a cuestionármelas todas.

Siguiendo con mis “frases de bolígrafo verde”, permitidme que incluya alguna de las que he incorporado en el presente. Últimamente he leído mucho sobre un hombre llamado Jiddu Krishnamurti,:

  "Ningún libro es sagrado, lo puedo asegurar, igual que el periódico, son solo palabras impresas en papel, y tampoco en ellas hay nada sagrado."

 Karl Marx decía que la religión es el opio del pueblo. Yo creo que el problema no es la religión en sí, sino el uso que las personas han hecho de las distintas religiones a lo largo de los años. En mi opinión, vivimos rodeados de opio. Nos han hecho adictos al opio. El opio del pueblo es la religión, la política, los medios de comunicación… todo aquello que nos hace construir nuestras opiniones en torno a hipótesis equivocadas, todo aquello que nos inculcan como una ilusión que nos hace creer que nuestras ideas son correctas y las de los demás son erróneas, todo aquello que nos impide ver la realidad y pensar por nosotros mismos. Creer en un dios, sea cual sea; establecer nuestra vida en torno a unos principios morales, sean los que sean, tener una serie de ideas políticas, sean del carácter que sean, pensar, creer, debatir, leer, observar o sentir las cosas de la manera que sea, no es malo. Lo malo, lo que crea un mundo en el que algunos hacen daño, insultan, coartan, imponen o incluso matan en nombre de la religión, de la política o de su particular sentido de la justicia, es el hecho de dejarnos guiar por cualquier norma, ley, principio moral o autoridad de cualquier tipo olvidando que la mayoría de esas ideas ni siquiera son nuestras: Nos las han inculcado y las repetimos en nuestra mente como esas frases que repetimos sin siquiera saber quien las pronunció por primera vez, con qué intención ni en qué contexto. Nos dejamos manipular y desde nuestras hipótesis equivocadas manipulamos a los demás, y eso sí que es triste… muy triste.

  “La libertad no se puede dar; la libertad es algo que surge cuando uno no la busca. Surge cuando uno descubre que es prisionero, cuando descubre por sí mismo el estado de estar condicionado, cuando descubre que es un prisionero de la sociedad, la cultura y la tradición, o de alguna cosa que le hayan contado. La libertad es orden - nunca desorden - y uno debe tener libertad, libertad total, tanto externa como internamente. Sin libertad no hay claridad, sin libertad, no puede amar, sin libertad no puede hallar la verdad; sin libertad no puede ir más allá de las limitaciones de la mente. Debe exigirla con todo su ser. Y cuando la exija de esta manera, descubrirá por sí mismo lo que es orden – y orden no es seguir un patrón, un molde; no es el resultado de un hábito.” J. Krishnamurti, Obras Completas, Tomo VIII, Bombay, India, enero 1968.

Por mi parte, hoy, escribiría muy pocas cosas con mi bolígrafo verde… Escribiría que quiero vivir en un mundo en el que las personas podamos ser realmente libres. Que condenemos cualquier forma o expresión de violencia y le demos el peso que debe tener, no solo cuando las víctimas son personas con las que empatizamos porque compartimos sus ideas y porque estamos de acuerdo con su lucha… sino también cuando piensan, obran, sienten y actúan de manera diferente a la nuestra. Que no nos dejemos manipular por aquellos que nos empujan a pensar como les conviene que pensemos, que no normalicemos lo que no es normal, que un atentado terrorista, una guerra, que la gente muera de hambre, la coacción, los atentados contra los derechos humanos, no dejen de ser importantes porque estén presentes en el día a día, que las cosas que nos conmocionan no se queden en nuestra memoria 24 horas y luego desaparezcan… y que no olvidemos que , en esencia, las personas , al fin y al cabo, somos eso, personas…y no merecemos que nadie decida si tenemos o no tenemos derecho a pensar, a hablar, a escribir, a dibujar, a sentir, y por supuesto, a vivir.

  “Uno es el mundo, no está separado del mundo, no es americano, ruso, hindú o musulmán. Uno no es ninguna de estas etiquetas y palabras, uno es el resto de la humanidad, porque su consciencia, sus reacciones son similares a las de los demás. Puede que hable un idioma diferente, tenga diferentes costumbres, eso es la cultura superficial, todas las culturas aparentemente son superficiales, pero su consciencia, sus reacciones, su fe, sus creencias, sus ideologías, sus miedos, ansiedades, su soledad, sufrimiento y placer son similares al resto de la humanidad. Si usted cambia, eso afectará a toda la humanidad.” J. Krishnamurti, Diario II.

  “Los hechos son sagrados, las opiniones libres”… creo que voy a redactar la frase de otra manera y decir que, en mi opinión, el hecho es que lo que debería ser sagrado es la libertad.

 Je suis Charlie.

 Jazmín Abuín Janeiro